Al integrar el Hombre de Vitruvio con el símbolo del yin-yang, busco representar los dos pilares esenciales de las artes marciales modernas:
· El Hombre de Vitruvio encarna la aspiración al equilibrio físico, mental y espiritual. Esta figura clásica refleja el ideal de formar seres humanos íntegros, no solo hábiles en combate, sino también conscientes, éticos y resilientes.
· El Yin-Yang simboliza la dualidad y la armonía inherentes a la práctica marcial: fuerza y suavidad, acción y contemplación, defensa y respeto. Es un recordatorio de que el verdadero poder surge del equilibrio.
Relacionar estos símbolos con las artes marciales es natural, porque su propósito va más allá de la técnica: se trata del desarrollo integral del practicante. Con este escudo, quiero transmitir que “Aprender de las artes marciales” es aprender a equilibrar cuerpo, mente y espíritu —tal como lo propone la filosofía de las artes marciales modernas.
El Tang Soo Do es un arte marcial coreano que toma gran parte de su base técnica y de formas (kata) del karate de Okinawa, especialmente del Shotokan. Sin embargo, se desarrolló en Corea como una disciplina independiente bajo la escuela “Moo Duk Kwan” en los años 40, incorporando también influencias de artes marciales chinas (kung fu), así como metodologías de taekkyon y subak.
Su denominación en hanja ( 唐手道 ) coincide con los caracteres originales usados para referirse al karate en Japón, de modo que “Tang Soo Do” se traduce literalmente como “camino de la mano Tang (China)” y es la pronunciación coreana de los mismos ideogramas que en japonés leen “karate-dō”. Pese a este parentesco etimológico y técnico, Tang Soo Do consolidó una identidad propia, adaptando y ampliando el currículo de formas y técnicas para reflejar su contexto coreano.
En la práctica contemporánea, aunque muchos llaman al Tang Soo Do “karate coreano” por sus similitudes, lo cierto es que no es karate japonés puro. Su evolución incluyó la adición de nuevas secuencias, énfasis en el desarrollo interno y valores éticos específicos del Moo Duk Kwan, diferenciándolo como un sistema autónomo dentro del amplio espectro de las artes marciales modernas.
Además de sus raíces técnicas compartidas con el karate, el Tang Soo Do incorpora principios filosóficos del pensamiento oriental, como el respeto, la humildad y la perseverancia, que se reflejan en su estructura pedagógica y en la formación del carácter del practicante. Esta integración de técnica y ética no solo lo distingue como disciplina física, sino como una vía de crecimiento personal y comunitario, fiel al legado de Hwang Kee y su visión de las artes marciales como herramienta para cultivar seres humanos íntegros.
El Moo Duk Kwan, fundado en 1945, no solo ofreció una metodología técnica rigurosa, sino también una filosofía centrada en el “Do” —el camino— como proceso de transformación interna. En este sentido, el Tang Soo Do no se limita a la defensa personal o la competencia deportiva, sino que propone una práctica que honra la historia, promueve la autodisciplina y fortalece el vínculo entre el individuo y su comunidad.
Conclusión: El Tang Soo Do no es karate en el sentido de un estilo japonés tradicional, pero sí comparte raíces y muchas técnicas con él, constituyendo a la vez un arte marcial coreano con su propia filosofía y estructura formativa.
Publicación 16 de abril 2023
Actualización 14 de agosto 2025